
Lili y Robin desean expresar su profunda gratitud a las miles de personas que han recurrido a nosotros en busca de sanación y limpieza espiritual durante muchos años.
Celebramos a los muchos que han dejado testimonios de sanación y reseñas sobre sus experiencias y los muchos beneficios y milagros que Dios ha permitido a través de nuestro trabajo.
En los últimos años la limpieza energética y emocional de Lili, así como su maduración mental se ha hecho más intensa, por lo que ahora vive la mayor parte del tiempo en reclusión, manteniendo completo Silencio durante muchas horas todos los días.
Ella seguirá ofreciendo su ayuda espiritual a quienes la busquen. Ya no es una sanadora que se reúne contigo en persona o por videollamada.
Si tienes alguna pregunta antes de solicitar una sanación
Llama o envía un mensaje de texto a Robin al +1 914 305 7419 o utiliza el botón a continuación para enviarnos un correo electrónico.
Lili ya no responde llamadas ni mensajes en su teléfono. Si intentas comunicarte con ella a través de su número no recibirás ninguna respuesta. Utiliza la información que aparece arriba para comunicarte con nosotros.
El trabajo de Lili como sanadora es mantenerse lo más silente posible para que tu puedas recibir la ayuda de Dios. Dios es el único que sabe lo que necesitas en tu vida y lo que no es necesario más llevar en tu espalda como una carga. Mantener una mentalidad de esperar milagros de una sola sesión después de años de cultivar tendencias negativas y dejar a un lado tu relación con Dios, no te servirá.
Si no estás listo para recibir esto, si sientes que tienes que controlar, agarrar o dirigir tu sanación, este no es el Sanador adecuado para ti.

Así fue...
Recuerdo que tenia siete años cuando mi madre me llamo para ayudarla con una sanación para un señor del pueblo, “era un cerramiento con rebozo para alguien que estaba abierto energéticamente” , yo me negué rotundamente y alegué a mi madre que no lo haría porque el señor olía a vaca. Y dije que yo nunca iba a ser sanadora porque la gente del pueblo olia feo. Asi crecí con la idea de abandonar donde vivia y salir de ese lugar para estudiar una carrera profesional. Nosotros éramos pobres y aunque no faltaba la comida en casa, si habían muchas necesidades materiales. Me di cuenta desde muy pequeña que la única manera de salir adelante era ser la mejor en la escuela, desde la primaria hasta la universidad tuve las máximas calificaciones, el estudio era mi salvación. A los 18 años con solo mi orgullo y fuerte voluntad me fui a estudiar a la ciudad de México la carrera de psicología, pero antes de aventurarme a la gran ciudad mi madrina Edith que también era curandera me advirtió que tarde o temprano sería sanadora. Ella fue la única persona que en su momento me ayudó a entender el porque tenía visiones tan intensas al dormir y porque podía predecir situaciones con tanta facilidad. Recuerdo que llegué de la estación de autobuses a la ciudad, y como pude pregunté direcciones para llegar al lugar donde se estaban repartiendo las fichas para tener acceso al exámen de admisión y poder entrar a la universidad, fue grande mi desilusión cuando me encontré parada con mis huaraches y morral enfrente de miles de gentes que estaban esperando tener su turno para entrar a la oficina y obtener el permiso del exámen. Sin embargo en ese momento de angustia me dije a mi misma con mucha seguridad que yo no haría la linea de espera y entraría por la puerta principal. Y asi fue, nunca hice la línea de espera ya que un joven al verme talvez como perdida y preocupada se ofreció a ayudarme con mis papeles, el trabajaba en la oficina y me ayudaría después de invitarme un sándwich y un jugo. Asi pasé muchos años estudiándo, trabajando y ayudándo a mi familia económicamente. Hasta que en cierta ocasión iba caminando en la calle para ir a la universidad, donde yo ya trabajaba como docente, que un hombre extranjero se apresuró y me preguntó sobre una calle, al verlo inmediatamente me dije, con este hombre me casaré. Y así fue. Ya en Estados Unidos sin ningún familiar, sin saber hablar el idioma, sin tener un trabajo que me diera una independencia económica y con cuatro hijos que cuidar fue el punto de quiebre para mi persona. Fueron años difíciles para mi, parecía que todo mi esfuerzo de estudiar y salir adelante por mis propios méritos había terminado en cambiar pañales, y atender el hogar. Un día de esos difíciles entre a la cocina y empecé a romper los platos en el piso, parecía que había perdido la cordura totalmente, así que salí de casa y me dirigí a una biblioteca, al llegar ahí me hizo sentir tan feliz, el olor a los libros y el silencio era algo que extrañaba. Tomé un libro al azar y lo leí por completo, trataba sobre meditación, al final de la página decía que todos los seres humanos tienen un Angel Guardian y si lo llamamos con sinceridad y humildad responderá a nuestro ruego. Así que desafiándo las palabras del libro y con muchas más dudas que confianza me dirigí al cielo y dije con todo mi coraje, si es verdad que existe una ayuda celestial yo la quiero ver real, con mis propios ojos físicos. Al día siguiente estacioné mi carro cerca de un restaurant y al bajar de éste miré que algo brillaba en el suelo, me sorprendió que la gente pasaba y nisiquiera lo notaba, me acerqué y cuando lo miré de cerca era un Angel de cristal claro que aún tenia la etiqueta, soy tu Angel Guardian. A partir de ese día se empezaron a manifestar sin pedirlos muchos cambios en mi vida entre ellos el divorcio. Cuando me ví en un país extranjero con mis hijos, sin ningún familiar o amigo, sin trabajo, sin hablar correctamente el idioma inglés, me puse a llorar inmensamente, nunca había llorado tanto en mi vida como ese día, me sentí desesperanzada. Me preguntaba de que iba a vivir ahora y como iba a sacar adelante a mis hijos. Y lo que pasó a continuación era lo que ya estaba predestinado por Dios hacia mi. Oí una voz que decía todo esta bien, eres una curandera. Me sorprendí al escuchar eso y me pregunté pero cómo voy a trabajar de curandera si en este lugar nadie me conoce, entonces a la semana siguiente una señora que dejaba a sus hijos en el mis autobús que yo a los míos para ir a la escuela, me empezó hablar y contar que tenia un gran dolor de espalda y que ningún médico ni tratamiento le había resultado, a lo que contesté sin pensar yo soy curandera. A partir de ese momento empezó a llegar gente a mi casa, y hasta el día de hoy no ha parado ese flujo constante de la Gracia de Dios en mi y en todos los que han acudido por ayuda espiritual, física y mental. Todos estos años han sido también años de fortalecimiento de mi relación con Dios, de mi propia limpieza y crecimiento espiritual. Así fue como una curandera de Oaxaca llegó a tierras extranjeras, sin saber que ya todo estaba escrito en su destino y que lo más humilde que yo podía hacer era aceptar la Voluntad de Dios y entregarme totalmente a EL.